miércoles, 6 de febrero de 2008

Credo

Que onda gente!!

Pues miren, la verdad es que sí me gusta cumplir mis promesas, más no con la tarea jajajaja.
Como tengo muchísimo sueño y el cerebro seco para escribir sobre lo que quiero escribir, para mi columna entregaré un... ¿Ensayo? ¿Poema? que ya estaba escrito, que apareció por primera vez hace como un año en mi blog anterior, el cual aún existe pero ni mi hermana ni yo escribimos en él. Algo tengo que hacer con ese blog... Era bueno, la verdad... En fin, fuera de mis cavilaciones, les hago aquí entrega de mi primer número de la columna, esperando que les agrade y si no, pues me da igual, puesto que es mi filosofía de vida. Helo aquí:

Yo creo en la paz entre las naciones. En la convivencia pacífica entre sus gobernantes y sus pobladores. En la ideología de la humanidad como una sola nación. Creo en la posibilidad de un desarme, en que no es necesario ni el miedo ni la amenaza, ni la marginación de los pueblos ni su explotación.
Yo creo en el respeto a los derechos. Creo en la habilidad de comprender que cada ser humano es un ente individual, sensible, pensante y consiente. En la filosofía de intentar entender a cada persona desde su particular punto de vista.
Yo creo en el amor profundo. En la pasión y la ternura, el cariño, la entrega y la sinceridad. En la unión de dos ilusiones, en la meta común del amor mismo. En la aritmética de sumar uno y uno y hacer un uno grande divisible en dos enteros.
Yo creo en el futuro. En la continuidad de la vida y la sociedad. En la preservación de la naturaleza, en una vida mejor. En la evolución espiritual, cultural y mental de la raza humana.
Yo creo también en un Dios. En ese ser supremo cuya naturaleza está más allá de nuestra precaria capacidad de comprensión. En un Creador del universo y sus leyes, y cuya esencia y poder están por encima de su creación, y son infinitos. En un Dios que no exige religión específica. En un Dios que no juzga, pero que sus leyes son el juicio mismo.
Yo creo en la Verdad. En la Verdad Absoluta de la existencia. No en mi propia verdad, ni en la verdad de los otros: pequeñas verdades limitadas por la conciencia y la experiencia. Creo en la Verdad de cada hecho de la realidad, en sus causas y sus efectos, sus contradicciones y sus antítesis.
Yo creo en la felicidad. En la completa satisfacción de la vida, en el constante aprendizaje de cada experiencia vivida, en los sueños no rotos, en la ausencia de tristeza en los corazones. En la alegría que trae la memoria de los momentos vividos, fotografías indelebles en el álbum de cada cabeza.
Yo creo en todo esto y mucho más. Creo que creyendo seremos inmortales.
Pero mi credo es constantemente pisoteado, destruido, y arruinado. La vida moderna, la despersonalización, la alienación, la avaricia y el fanatismo; todo esto me demuestra que mis creencias están o por encima o por debajo de las del resto del mundo y me siento como un extraño. Y por estos golpes, en momentos de debilidad efímeros y níveos, he llegado a creer que en este mundo sin ilusión y sin fe es mejor no creer. Pero después me levanto y creo en mí mismo y en mi propio sistema de creencias, y es entonces cuando me doy cuenta de que mi vida se basa en la ilusión que trae el creer.

Espero que les haya gustado. Pa todos aquellos que ya lo habían leído en el otro blog, pos ni pedo jojojo

Y que no digan que es plagio, eh!! Este escrito es 100% MIO!
ABUR!

1 comentario:

- Sánchez Villa - dijo...

Sé que yo te puedo caer bastante mal por mis ideas y opiniones; sin embargo sólo paso a decirte que estoy de acuerdo en lo que dices acerca de los mochos.

¡Saludos!